domingo, 5 de mayo de 2013

Cenicienta ficción


Con solo ver el escote de tu jersey de cuello vuelto...
Pierdo el norte.
Me vuelvo loco al no verlo
Me vuelvo cuerdo.

Y eso, en pleno invierno.
Imagíname...

Que rápida pasó mi realidad soñada.
Puede que me quedase perplejo mirando tu escote.
Tu precioso escote de cuello vuelto.
No debí centrarme en ello.

Quizás me salté tu límite de velocidad hacia el edén.
El radar de tu situación saltó.
Y no evitó mi/nuestra colisión.
Nadie dió crédito.
Yo tampoco.

En un cerrar y abrir de ojos,
Dejé de vivir mis sueños.

En un cerrar y abrir de ojos,
pasé de inquilino con-fianza de tu corazón,
 a estamparme en su mediana.

En un cerrar y abrir de ojos,
me quedé sin puntos.
Y, los que me quedan,
Son de sutura.

Mi Afán de cenicientas.
Mi complejo de príncipe.

Tal vez, deba actualizar mi cuento de hadas.
O debería decir: de nadas.

Y aqui estoy en el hospital de mi cuerpo,
habitación número complejo,
con solo parte imaginaria,
con puerta al paraíso,
que casualmente dejaste entor-nada.

Ya carente del término real llamado juicio.

Abierta o cerrada.
Jamás entornada.

Habitación número complejo,
donde busco salida de emergencia hacia la cordura.
Entre las cuatro paredes de mi mente,
de una ciudad que se dice llamar Locura.

Eres mi enfermedad, mi cura,
Mi antí-todo.

Y aquí estoy en coma,
que es de todo menos coma,
Imposible punto y seguido.
Puede que punto y aparte.
Quizás punto y final.

Y aquí estoy, en cama,
Esperando la llamada de la esperanza.
A punto de adentrarme en el quihuérfano de los sentimientos
a mi intervención a co-razón abierto.
Sin anestesia.

A pesar de todo, si hay algo que nunca me falla,
esas son:

Las ganas.

Y aquí estoy, en tu cama


En sueños...

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