sábado, 19 de abril de 2014

Te estaba viviendo o matándome

He probado sonrisas
que tenían el sabor más puro
a vida
y muerte.

Muerte 
si tardaba mucho tiempo
en volver a besarlas.

Sonrisas que
me hacían creer estar soñando
con los ojos abiertos pero,
sin embargo,
estaba viviendo la mejor realidad de todas.

O eso creía.

Te estaba viviendo. 
O matándome.

Sonrisas que sabían a menta y tabaco,
otras a vainilla o café.
A cerveza.
A sexo.
A mí.
A poesía en tu espalda, mi vida
hecha jirones.
Al final, a mentiras.

Sonrisas que contenían la excitación
e instintos más primarios.
Sonrisas de noche de hotel
y habitación desconocida.
De cama enorme
y abrazos que no terminan de serlo.
De sueños y promesas incumplidas.
Otra vez.

Sonrisas de animal que enseña bien los dientes
para clavármelos a bocados después.

Sonrisas que duelen pero
salvan a la vez.

Sonrisas que salían bailando entre dientes
de la misma 
y hasta entonces
única boca
que me apetecía morder.

Sonrisas que me pertenecían
y acusaban de culpable.
Todas son de él.
      eran

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